
Fotografía : Calixto Berrocal
En esta ocasión, Pedro María Asensio nos ofrece una representación de la vivienda que va más allá de lo material: la instalación de sólidos cubos blancos, que simbolizan la arquitectura de los hogares que nos cobijan, y de otros transparentes, casi etéreos, que nos invitan a reflexionar sobre la insustancialidad y fragilidad de nuestra realidad contemporánea. Estas estructuras invisibles, casi impalpables, evocan una nube de tormenta, metáfora de los asentamientos de caravanas y chabolas que dan vida a comunidades que surgen y desaparecen rápidamente, dejando tras de sí un vacío que, lejos de ser un testimonio perdurable, se desvanece en el presente y no llegará a ser futuro.
La instalación está conformada por una infinidad de piezas modulares, objetos cotidianos que Asensio transmuta en arquitecturas. Pequeñas cajas y porta-velas se aúnan para dar forma a una estructura homogénea y compleja. El artista construye una instalación que no solo es arte, sino también una exhibición arquitectónica. Y, en homenaje a sus vivencias de más de 50 años en Ibiza las piezas lucen una sargantana tallada, un guiño que dota a cada una de un simbolismo personal y cultural.

Fotografía: Joaquim Seguí
Pedro María Asensio con la repetición del objeto, sus ritmos, movimientos y estructuras da vida a una arquitectura vibrante, la de una ciudad blanca que se asienta, cubierta por otra, la ciudad invisible, la de los hábitats efímeros, aquellos que no dejan huella en la sociedad.
La incorporación del objet trouvé ―el objeto cotidiano que pierde su función original para convertirse en arte― es esencial para entender el proceso creativo del artista. Al despojarlo de su propósito inicial y liberarlo de su obsolescencia, Asensio lo convierte en un elemento eterno, un ente que trasciende su temporalidad para ganar una nueva dimensión estética. Contemplar estos objetos transformados nos convierte en espectadores de la paradoja de su metamorfosis: por un instante, somos testigos de su milagrosa reinvención, una magia propia del arte.
Es el momento de pararnos a reflexionar: si nos identificamos con nuestros hábitats, ¿Qué ocurre cuando desaparecen? ¿Acaso perdemos nuestra huella en la sociedad al perder el espacio que habitamos? Como señalaba Walter Benjamin: “Habitar es dejar huella”. Y yo me pregunto: Si no habitamos, ¿quiénes somos?
Cristina Sánchez Cardoso
Comisaria